Podríamos pensar que esta expresión es algo redundante o quizás que no tiene mayor relevancia, ya que, ¿no es precisamente el alumno quien va al colegio? Por lo tanto, sería lógico y obvio que es él el protagonista, sin embargo, este es justamente el punto central de la renovación de nuestro modelo. Esta expresión de colocar al alumno al centro y buscar por todos los medios que alcance el máximo aprendizaje, es precisamente lo que nos hace diferentes del modelo tradicional en donde el enfoque está puesto en que el docente ENSEÑE al alumno, dejando a un lado si aprende o no.
El centro y fin del modelo Semper Altius es que el alumno APRENDA, pues es precisamente él quien como protagonista recorre esta aventura de aprendizaje y será él quien con sus habilidades, necesidades, experiencias e intereses le dé sentido a lo que aprende. El nivel de aprendizaje que buscamos no es uno temporal, solamente para pasar de curso o cumplir con un currículo, sino uno profundo, duradero y significativo, aquel que lo ayude a desarrollarse en todas sus dimensiones: física, social, intelectual y espiritual.
Quizás es obvio y un poco trillado decir que no todos los alumnos son iguales, sin embargo, esto podría olvidarse en un salón de clases con un solo docente y un objetivo académico por cumplir. Nuestro modelo toma conciencia de que al tener alumnos diferentes, se tienen también ritmos y estilos de aprendizaje distintos, y es precisamente por esta razón por la que personalizamos el aprendizaje, ya que si enseñamos de la misma manera o al mismo nivel no se lograría el aprendizaje significativo de cada alumno. Nuestro modelo promueve una enseñanza respetuosa, es decir, aquella que es capaz de adaptarse a las potencialidades ya los ritmos de desarrollo individuales. Es así como nos comprometemos con los padres de familia para lograr juntos el máximo aprendizaje de sus hijos tomando en cuenta sus habilidades y aquellos obstáculos que logren vencer en el camino.
Pero entonces, ¿esto quiere decir que ajustaremos el programa, temario y contenidos para cada alumno? No necesariamente, lo que esto significa es que cuando conocemos a cada alumno, no solo quién es en cuanto a su nombre o quiénes son sus papás y hermanos, sino un conocimiento de sus necesidades e intereses, se logra una elección y aplicación exitosa de metodologías, ambientes y recursos que son más idóneos para lograr el aprendizaje significativo, tomando en cuenta las características que los hacen únicos e irrepetibles.
Otro aspecto que nos aleja de la educación tradicional es que nuestro proceso de enseñanza y aprendizaje es activo. Hoy nuestro modelo busca que el alumno esté completamente inculcado y activo en las actividades de su aprendizaje, esto lo logramos aplicando metodologías activas y reflexivas. Quizás te preguntarás¿qué es esto? En resumen, las metodologías logran que el alumno aprenda a través de actividades que lo involucran y lo hacen responsable de construir su propio aprendizaje, centrándose no solamente en el resultado, sino en el camino por recorrer, en los logros y los retos por superar, convirtiéndose en un pensador crítico, creativo y autónomo.
Nuestro modelo no dicta el uso de una metodología en exclusivo, sino que da al docente la libertad de elegir de entre una gama de posibilidades considerando la que mejor resultados dará en el aprendizaje significativo y tomando en cuenta las características de sus alumnos, por ejemplo: Solución de problemas y retos, Proyectos, Visual, Visual Thinking, Flipped Classroom, Gamification, entre otras.
Cada elemento que confirma nuestro modelo es importante, sin embargo, el alumno al centro, guiado por el docente y formador, es en quien están puestos todos nuestros esfuerzos formativos, quien nos inspira a ir siempre más alto en el cumplimiento de nuestra misión de formar le íntegramente como líder cristiano; un líder que hoy es el autor de su propia historia de aprendizaje y desarrolla competencias para toda la vida.